miércoles, 2 de octubre de 2013

CRETINISMO TRASCENDENTAL Y CRETINOCRACIA


El cretinismo es una patología que se define en la medicopedia como el «estado del organismo caracterizado por la ausencia casi completa de las facultades intelectuales (idiocia), detención del desarrollo del cuerpo (enanismo) y en particular de los óganos genitales, y disminución de diversas funciones. Es análogo al mixedema congénito, pero se diferencia de él por la ausencia casi constante de la infiltración mixedematosa de los tegumentos. Aparece en los países en los que existe el bocio endémico y se observa en los bociosos o en sus descendientes; a veces falta el bocio y el cuerpo tiroides está atrofiado».

El diccionario médico doctissimo lo define como «Estado morboso congénito que se caracteriza por una detención del desarrollo físico y mental a causa de una disfunción o ausencia de la glándula tiroides. Se observa con más frecuencia en países donde el bocio es endémico. Aparecen: cianosis, ictericia, llanto ronco, dificultades en la alimentación y retraso en el crecimiento óseo. El tratamiento precoz con la ingestión de tiroides externos evita o reduce las posibles anomalías en el desarrollo mental».

La Real Academia de la Lengua Española define el cretinismo como 1. Enfermedad caracterizada por un peculiar retraso de la inteligencia, acompañado, por lo común, de defectos del desarrollo orgánico. 2. Estupidez, idiotez, falta de talento.

Asimismo, la RAE define «cretino» como 1. Que padece cretinismo. 2. Estúpido, necio.
He convenido por tanto sugerir como apropiado el término cretinocracia para referirme al conocido como cuarto poder, esto es, los medios de comunicación de masas como la televisión, la radio, o la prensa diaria; señalando particularmente a la inmensa mayoría de los conocidos como tertulianos elevados por auto- proclamación a la categoría de comentaristas políticos.

Se encuentra lejos de ser vano recordar que con el advenimiento de la nueva constitución liberal subsecuente a La Pepa comienza en España el despertar de la prensa. Siendo así, que los periódicos que nacen en esta época, más de cien, lo hacen con vocación política (El Español, Pensamiento de la Nación, El Guirigay...), sus páginas están al servicio de los dos partidos: de los liberales moderados o de los progresistas.

Y es triste, muy triste la historia de España en la que se suceden cretinos de toda índole e incluso, en muchos casos en la realeza, lo que podríamos conocer como cretinismo trascendental. Es decir, una forma de cretinismo que trasciende los límites anatomopatológicos tanto de la esfera somática como de la cognoscitiva. Como es el caso de Luis XVI en el que encontramos una forma de cretinismo trascendental localizada a nivel del prepucio. Y por poner un segundo ejemplo en la misma línea, el caso de Fernando VII y su retardo en la fecundidad.

Pues bien, como digo, es triste la historia de España, muy, muy triste. La historia deunos hombres tratados desde tiempos inmemoriales y hasta nuestro presente a efectos prácticos y en sentido metafórico como frutos indolentes nacidos para la depredación de otros; pero como gente humilde, inculta, carente de capacidad de toma de decisiones, inhábil y más cerca de la muchedumbre o multitud informe, en sentido real. Simples campesinos que habitan tierras con sus vidas resumidas a las exigencias de la fisiología humana. Que triste, cuánta vejación, cuánto expolio incesante de esta Nación, cuánta miseria consecuencia del hurto, del engaño, de la traición, de la burla, del desprecio al español y a lo español.

Cuánta miseria propiciada fundamentalmente por las familias reales, por ellas y por sus cortesanos, por la nobleza, por la aristocracia y en el devenir del tiempo y con el cambio de regímenes, por la clase política. La nueva clase lejos siempre de dejar de ser cortesanos hasta nuestros días. Que triste. Y entre uno y otro régimen la clase de los grandes empresarios; empresarios servidores siempre de la corte, aún en nuestros días. Un dipolo que crece incesantemente desde la corona siempre a costa de la miseria del campesino, del humilde trabajador.

Y a toda esta correlación de clases expoliadoras de la Nación Española hoy, como hace doscientos años, tenemos que sumar la nueva clase, el último estrato de esta deleznable oligarquía: el cuarto poder, la cretinocracia. Donde encontramos en nuestros días ilustres cretinos directores de periódicos de gran tirada nacional, en los que vierten sus más lamentables y polarizados comentarios y membretes que reducen el periódico al mero titular engañabobos y distorsionador de la realidad. Flaco favor hacen estos advenedizos de la clase política a la libertad del hombre. Cuentan con la libertad de expresión porque están lejos de expresar la realidad. Porque es condición sin ecuanon alejarse de la verdad y apoyar al partido para gozar de la libertad de escribir y de cobrar por escribir. Y así, se goza de libertad de expresión en España hasta cierto punto, hasta aquel en el que podrías comenzar a conquistar la libertad.

La cretinocracia, los francotiradores de un poder pertrechado a las claras tras el parapeto del Estado apuntando con sus fusiles al hombre español. O apostados en hileras de antidisturbios porra en mano en las mismas puertas de la «soberanía estatal». Francotiradores de pacotilla y verdaderos horteras retrógrados en cuyas cabezas se oye apenas el hueco de un profundo vacío. Vacío de principios, vacío de libertad, vacío de ética, vacío de moral, vacío de hombría, vacío. Que triste, que triste es la historia de España.

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