miércoles, 2 de octubre de 2013

EL CONFLICTO DE GIBRALTAR


Antes que nada, quiero hacer una rectificación y una aclaración. La primera es que dos artículos atrás en el texto titulado Distrofia Progreidea concluí diciendo que lo nuestro era una Dictadura Socialdemócrata, y como me gusta y quiero llamar a las cosas por su nombre, a pesar de que me dejé llevar en ese momento, rectificaré y diré que lo nuestro es una Monarquía Parlamentaria de corte socialdemócrata, que tanto monta.

En segundo lugar, en el texto anterior titulado Cretinismo Trascendental y Cretinocracia, menciono dos ejemplos de Cretinismo Trascendental que son el de Luís XVI y su prepucio y por otro lado el de Fernando VII y su fecundidad. Y tras una reflexión obnubilada de sofá, entre faltas de riego propias del hastío veraniego, pude convenir que efectivamente hubiese sido apropiado mencionar algunos ejemplos más como el de Don Juan Carlos I de Borbón, su dentición y nación de la misma así como la de Rajoy o la barbilla de ZP. Y en este punto recuerdo al filósofo Gustavo Bueno y su disertación sobre el concepto de nacionalidad donde en un momento de su explicación menciona a la encía como la nación del diente.

Dicho esto...

«LOS MOROS DE CEUTA HAN ATACADO DE IMPROVISO LAS OBRAS DE FORTIFICACIÓN Y PISOTEADO NUESTRO ESCUDO. EL GOBIERNO HA ENVIADO UN ENÉRGICO ULTIMATUM AL SULTÁN EXIGIENDO UNA REPARACIÓN». 1859.

«En 1859 el gobierno de la Unión Liberal, presidido por su líder el general Leopoldo O'Donnell temeroso de que una nueva revolución le apeara del poder aplica una receta importada de Gran Bretaña y de Francia recurrir a la guerra exterior para asegurarse la unidad en el interior. Así, en octubre de 1859 España declara la guerra a Marruecos con el pretexto de ultraje inferido al pabellón español por las hordas salvajes, en la que será conocida como la guerra de África o Primera Guerra de Marruecos. Encabezando O'donnell el ejército de cuarenta mil hombres que parte hacia la guerra. El plan de las tropas españolas era partiendo de Ceuta avanzar sobre Tetuán. Con la victoria de España y la pérdida de Tetuán para el adversario se firma la paz. O'donnell había logrado unir a todos los partidos frente a la guerra. Como perpetuación de la gesta, Las Cortes aprueban sustituir los dos leones de piedra de su pórtico por otros dos de bronce fundidos con los cañones arrebatados al enemigo».

«Los auténticos motivos de la expedición colonial, aunque se dijo que se trataba de rehacerse en sus fértiles comarcas de nuestras pérdidas coloniales fueron de orden interno, como señaló un observador de la época, acabar con las «intrigas cortesanas» que ponían en peligro al gobierno "entonces O'Donnell inventó la guerra de África, guerra injusta porque los infelices moros daban todas cuantas satisfacciones pedíamos, incluso ahorcar a los pobres diablos que habían sido la causa del conflicto, pero era preciso distraer a la corte ultramontana con la guerra contra los infieles, que por su atraso y pobreza se los vencía con facilidad, y de este modo la gloria militar haría fuerte al gobierno y mataba las intrigas cortesanas"».

«Desde 1840, las ciudades españolas de Ceuta y Melilla sufrían constantes incursiones por parte de grupos marroquíes de la región del Rif. A ello se unía el acoso a las tropas destacadas en distintos puntos, sobre todo en 1844, 1845, 1848 y 1854. Las acciones eran inmediatamente contestadas por el ejército, pero al internarse en territorio marroquí los agresores ponían emboscadas. La situación volvía a repetirse de forma habitual».

«En 1859 el gobierno de la Unión Liberal, presidido por su líder el general Leopoldo O'Donnell, firmó un acuerdo diplomático con el sultán de Marruecos que afectaba a las plazas de soberanía española de Melilla, Alhucemas y Vélez de la Gomera, pero no a Ceuta. Entonces el gobierno español decidió realizar obras de fortificación en torno a esta última ciudad, lo que fue considerado por Marruecos como una provocación».

En definitiva, la consigna, la estrategia, la mala política consiste en recurrir a la guerra exterior para asegurarse la unidad en el interior. Ahora bien, hasta dónde está dispuesto a llegar este gobierno ilegítimo e ilegal en el conflicto de Gibraltar. La respuesta es bien sencilla: hasta donde sea necesario para asegurar sus poltronas, sus puestos de poder y la pretendida estabilidad de un gobierno cortesano en el marco de nuestra deleznable monarquía parlamentaria. En el caso de la primera guerra de África el resultado por el bando español fue un balance de siete mil víctimas mortales, siete mil españoles fallecidos en el campo de batalla. «Todo vale», que todo vale suele manifestarse en España, que en España todo vale, sí, pero que todo vale con tal de mantenerse en el poder, esa es la frase completa que en rigor se ajusta a la verdad.

Hay muchas frases incompletas en el acervo político español, como aquella del 14 de Mayo de 1977 durante la renuncia al trono español —Por España, todo por España— que proclamaría Don Juan a su propio hijo. Pero la frase es incompleta, «por» está bien, pero y «para», qué hay para España. Para España, la renuncia, la renuncia del padre y la cesión al hijo, eso es todo. Y qué le importa eso a España, menudo timo. Qué le importa a España dejar las riendas de la Nación a un Jefe de estado que sanciona una indecente Constitución polarizada y socialdemócrata que carece de la más mínima noción de democracia aún siendo este modelo más que discutible por sus bondades.

Un repaso a la Guerra de Margallo:

«La Guerra de Margallo o Primera Guerra del Rif es una campaña casi desconocida y bastante marginada de las guerras de España en Marruecos, que tuvo lugar entre 1893 y 1894. En este caso, la lucha no fue contra el sultanato de Marruecos, como había sucedido 34 años antes en la llamada Guerra de África de 1859 a 1860, sino contra las tribus o cabilas que rodeaban Melilla».

«El nombre de "Guerra de Margallo" viene del apellido del entonces gobernador de Melilla, Juan García y Margallo, quien colmó el vaso en las tensas relaciones entre españoles e indígenas al comenzar la construcción de una fortificación cerca de la tumba de una persona santa para las tribus que habitaban la zona. De este modo, en poco tiempo, un grupo de unos 6000 guerreros descendieron de las montañas para rodear y sitiar la ciudad de Melilla».

«Al día siguiente, día 28, el general Margallo organizó un contraataque destinado a recuperar las fortificaciones de Cabrerizas y Rostro Gordo. Al mando de 2.000 soldado, se enfrentó a los 3.000 rifeños allí atrincherados, a los que pronto se unieron otros 6.000 de refuerzo. Con este nuevo refuerzo, estos intentaron flanquear a los españoles. Margallo interpeló este hecho erróneamente, pensando que el centro de los rifeños se dispersaba presa del pánico, de modo que ordenó cargar contra las trincheras rifeñas, siendo rechazado con terribles bajas. En ese momento parece que comenzó a darse cuenta de la realidad de la situación y empezó a sopesar la retirada, pero minutos más tarde fue abatido de un disparo en la cabeza».

La evolución en las artes políticas que bien debieran llamarse en este caso malas artes políticas, conduce a la conclusión de la conveniencia para nuestros políticos cortesanos, y por ende de todo el Estado, de mantener conflictos de este tipo con el exterior como es el caso del Peñón de Gibraltar o de las bolsas de petróleo encontradas en las aguas canarias por su cercanía con Marruecos. La bondad del mantenimiento de estos focos de litigio es indudable para los intereses de los cortesanos. En ellos a España y a los españoles se les otorga el papel de perdedores que es el que históricamente queda reservado por nuestras autoridades para el que parecen considerar un pueblo «noble», suelen decir, pero por sus acciones se deduce que cuando dicen «noble» en realidad lo que desearían decir es «indolente».

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